sábado, 3 de abril de 2010

Luis Mesalles
Economista

En Europa se ha estado discutiendo un plan para rescatar a Grecia. La premisa es que si no le hacen llegar una fuerte cantidad de dinero, las finanzas de ese país colapsarán. El Gobierno no tendrá con qué pagar sus gastos, obligándolo a declararse, prácticamente, en bancarrota.
Al igual que casi todas las crisis financieras, esta que atraviesa Grecia tiene que ver con que gastaron más de la cuenta. Esto se refleja en déficits del Gobierno y externos que equivalen a más del 10% del PIB cada uno. La regla general es que, cuando esos dos déficits pasan de 3%, hay que preocuparse. Es señal de que los ciudadanos de ese país están gastando mucho más de lo que son capaces de producir. Como no hay suficiente ahorro, dependen fuertemente del crédito que provenga de otros países. Endeudarse, en sí mismo, no es malo; lo malo es hacerlo hasta poner al país en situación muy vulnerable. La deuda pública de Grecia es 1,2 veces la producción anual.
Cuando esto sucede, hay que hacer ajustes. Como dicen: hay que socarse la faja y bajar el gasto. Más o menos lo que nos sucedió en Costa Rica a inicios de los ochenta. En ese entonces, el ajuste se hizo por la vía de reducción del tamaño del gasto del Gobierno, acompañado de una fuerte devaluación. Esta combinación llevó a un menor ingreso de todos los costarricenses, que nos forzó a gastar menos, hasta ajustar nuestro nivel de vida a la realidad.
En el caso de Grecia, el problema tiene dos aristas agregadas. Por un lado, Grecia es un país “eurizado” (como decir dolarizado, pero con el euro). No puede utilizar la devaluación para hacer el ajuste. Esto fuerza a que la disminución del gasto tenga que ser mayor. Por otro lado, Grecia no está solo con este problema. Portugal, Irlanda y España también tienen problemas similares. Los llaman los países PIGS, que son las iniciales de sus nombres en inglés. Pero también significa “cerdos”, denotando, peyorativamente, lo “cochinos” que han sido manejando su economía.
Muchos de los ciudadanos alemanes y franceses, quienes son los que llevarían el peso más grande del rescate, no están dispuestos a sacrificarse tanto. Y más cuando piensan que si ayudan a Grecia, después vienen los demás PIGS, haciendo más grande el problema. ¿Porque tienen ellos que pagar más impuestos, si los otros no han hecho su tarea de ahorrar? ¿Es justo que los alemanes tengan que jubilarse más viejos, para que los griegos puedan seguir disfrutando de pensiones a edad temprana? Mientras los alemanes trabajan, los demás están de fiesta. De ahí el gran dilema de la zona euro. ¿Castigar fuerte al niño mal portado, o darle una nalgada suave y pedirle que corrija su mal comportamiento? De cualquier manera, tanto padre como niño sufrirán.

Artículo publicado en el periódico la Nación, el 27/03/2010

1 comentario:

  1. El efecto crisis es un tema de no acabar, si se analiza éticamente es difícil pensar en la posibilidad de que países hermanos abandonen a la población del país afectado, pues los que verdaderamente sufren las consecuencias de la mala administración gubernamental son sus ciudadanos, restringiéndose a su modo de vida, y por lo general disminuyendo su bienestar social. Pero si se toma en cuenta la irresponsabilidad en la toma de decisiones de las personas que tienen a su cargo llevar las riendas del país, en cuanto al manejo de las variables que están presentado desequilibrios (alto endeudamiento estatal, alto déficit fiscal) prácticamente irremediables en el corto plazo y que de no recibir ayuda externa los mismos no serian solucionables, es realmente injusto que los países que si han sabido cumplir con el compromiso que adquirieron al integrarse al grupo de países de la Unión Europea carguen con las cuentas que estos inclusive se ha mencionado falseaban en los reportes.
    Porque esta crisis Helénica no solo afecta al euro al punto de poner en riesgo dicha moneda ante sus principales y fuertes socios comerciales, sino que además pone en riesgo que la crisis de la deuda se expanda a los demás países de la Eurozona, en cierta parte por la desconfianza que genera las crisis financieras.
    En cuanto a las medidas que se están proponiendo para Grecia y su recuperación estas no se salen mucho de las normalmente conocidas como lo son la reducción del gasto en el sector público e incrementar los impuestos. Respecto a su sistema de pensiones también se estaría modificando con la propuesta de igualar la edad de jubilación de las mujeres de 60 años con la de hombres de 65 años. Sin embargo, todo esto y los paquetes de ayuda que aprobaran el Banco Central Europeo y la Comisión de Asuntos Económicos para evitar que este país acuda a la solicitud de recursos al Fondo Monetario Internacional, acto que recalca la rivalidad entre estas potenciales economías, y la enseñanza para la Republica Helénica en cuanto al cuidado que deben tener en su manejo de recursos y distribución de los mismos.

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