sábado, 19 de junio de 2010

Sigue Petra con calentura

Dialéctica
Juan Manuel Villasuso
Economista

Hay una frase popular, originada en los anales de la historia costarricense, que calza como anillo al dedo a lo que comienza a escucharse sobre la actual política económica, tanto en Costa Rica como en otras latitudes.
Esa expresión autóctona, que se atribuye a don Antonio Pinto Soares, más conocido como Tata Pinto y a su esposa, doña María del Rosario Castro Ramírez refiere a la forma como ellos respondían cuando le preguntaban por su hija Petronila, que padecía de frecuentes quebrantos de salud.
¿Cómo sigue, Petra, Tata Pinto?
Sigue con calentura, respondía con tristeza y un leve acento portugués el que fuera capitán de barco, oficial de artillería y uno de los más efímeros presidentes de Costa Rica (gobernó un par de semanas en setiembre de 1842). Su mujer asentía con la cabeza y repetía en voz baja “sí, pobrecilla Petra, sigue con calentura”.
La frase, cuyo significado primigenio se asoció con la persistencia de algún malestar o dolencia, con el tiempo ha pasado a ser sinónimo de necedad y majadería cuando alguien insiste en algún asunto sin tomar en consideración las circunstancias y el entorno que contradicen de manera evidente sus afirmaciones o propuestas.
En el caso de la política económica hay algunos que al igual que Petra, siguen con calentura. De la reciente crisis no han querido aprender ninguna lección y continúan repitiendo los mismos argumentos y promoviendo las mismas ideas que fueron las responsables de la debacle de los mercados financieros y el desplome de las bolsas de valores, llevando a la quiebra a miles de empresas y dejando sin empleo a millones de personas en todo el mundo.
Sin tomar en cuenta que nos encontramos en una coyuntura en la que apenas se vislumbra un tímido repunte de la economía real, que la inversión generadora de ocupación de recursos todavía no tiene el empuje necesario y que la demanda externa y el consumo local carecen del vigor requerido para alentar la producción, ya hay algunos que claman por la contención del déficit fiscal, aunque eso implique reducir la inversión pública; y hablan de aumentar las tasas de interés para no superar arbitrarias metas inflacionarias fijadas por el Banco Central.
Quienes siguen creyendo que la estabilidad de los precios y el equilibrio fiscal son más importantes que la producción y el empleo; y están dispuestos a sacrificar crecimiento y puestos de trabajo con el propósito de reducir unos pocos puntos la tasa inflacionaria, seguramente no valoran adecuadamente las consecuencias que una recesión tiene sobre la pobreza y el bienestar de las personas y las sociedades. Si la inflación es perjudicial el desempleo es peor.
De igual manera, aquellos que proponen en estos momentos reducir las inversiones públicas o elevar los impuestos para mitigar los desajustes en las cuentas fiscales, deberían tener en cuenta que han sido las fórmulas keynesianas de expansión del gasto las que, una vez más, han permitido reducir los costos asociados con la etapa recesiva del ciclo económico. Es por eso que hasta tanto no se consolide la recuperación será necesario mantener cierto desbalance en las finanzas del Estado.
Coincidimos con Paul Krugman, quien ha insistido en que no hay que socavar la recuperación económica para apaciguar a quienes piensan que el enemigo es la inflación y que urge combatir el déficit público. Cada cosa a su tiempo, porque la política económica debe adaptarse conforme a las circunstancias. A los que tengan calentura, como Petra, mejor aplicarles compresas heladas.

Artículo publicado en el periódico La República, el día 08/06/2010.

jueves, 10 de junio de 2010

En Guardia
Jorge Guardia
Economista-Abogado

El polémico incremento salarial que barajan los congresistas, liderado por la jefa de fracción de la bancada oficialista, es un plato delicioso para picar.
Varios diputados de oposición y, al menos, tres de Liberación han cambiado de posición. Piensan que podrían salvar cara y chequera a la vez, si votaran al revés, al asumir (calculadoramente) que la ley los beneficiaría a todos por igual. Su lema es no quiero, no quiero, echámela en el sombrero.
Don Justo Orozco fue el más injusto. Omitió revelar que tiene a su nombre varios lotes y vehículos de gran valor, pero esgrimió, sin rubor, una argumentación plañidera y populista para justificar el copioso aumento. Dijo estar en urgente necesidad de comprar ropita (de marca, supongo) para ir bien mudadito y guapo a la Asamblea. ¡Pobrecito!
En verdad, inspira lástima.
Don Luis Fishman, diputado del PUSC, se adhirió inicialmente a la tesis oficial en un momento de debilidad política y devaneos con su bolsillo. Lo justificó así: “yo no vine a la Asamblea a hacer votos de pobreza'” (ni de castidad, agregaría otro sus congéneres oficialista y “toquetón” de la legislatura anterior). ¿A qué vino entonces? Después se arrepintió. Es muy astuto. En lo que tarda en exhalar un suspiro pensó que mejor lo retiraba para no malograr sus aspiraciones presidenciales. Sabe bien que la remuneración de los servidores públicos es política, no económica. Tiene razón. Doña Laura, no. Yerra al decir que solo vetaría la ley de no encontrar fondos para financiar el aumento. ¿Qué les dirá a los demás servidores en la futura negociación salarial? De fijo, le exigirán nuevos impuestos.
El argumento de tener que pagar requetebién a los diputados para atraer a los mejores, es falaz. No se corresponde con la teoría ni práctica. Quienes ya ganan bien en sus oficios (los ricos) no necesariamente servirían mejor los intereses de la democracia. Hay, en cambio, otros más honestos, capaces y estudiosos, como José María Villalta (el güila de la Asamblea), que llegaron a servir, no a servirse, aunque profesen otras ideologías. El prestigio de ser diputado conlleva un alto valor no remunerado. Muchos lo harían ad honórem; otros, hasta pagarían por una curul (ciertos partidos las venden por generosas contribuciones). ¿Cuál es, entonces, el salario justo? Descartemos, por injusto, el de don Justo, y rescatemos el de mercado como el más apropiado. Ahí se filtran los candidatos con base en la oferta y demanda de trabajadores, y la remuneración es acorde al aporte de cada cual a la sociedad. En la Asamblea no hay inopia ni renunciarán si no les pagamos más. Y, si lo hicieren, no perderíamos mucho.

Artículo publicado en el periódico La Nación, el día 25/05/2010.
Letras de cambio
Luis Mesalles
Economista

Luego de un duro proceso de negociación, finalmente se firmó el Acuerdo de Asociación de Centroamérica con Europa. Hay que felicitar al equipo negociador por concluir el proceso en un tiempo récord. Se sabía desde un principio que no sería fácil. Otras regiones empezaron procesos similares desde hace mucho tiempo, y aún a hoy no los han terminado. Encima, poner de acuerdo a los países centroamericanos siempre ha sido un reto bastante difícil, y más en temas tan diversos. Y es que este acuerdo trae consigo no solo lo comercial, sino también tiene un componente de cooperación y otro político. Ayudó mucho el hecho de que Europa tiene interés especial en Centroamérica, tanto desde el punto de vista político como económico. Estar físicamente cerca de EE. UU., y además ya tener un TLC con ellos, nos da una ventaja como región. Si a esto le sumamos que nuestro país acaba de firmar un TLC con China, nos hace aún más atractivos como puente entre los principales polos de crecimiento económico mundial.
Hay que tener claro que este acuerdo no es un TLC. La noticia de portada en este periódico es que el 90 % de productos entraran sin arancel a Europa. El restante 10% del número de productos puede representar un porcentaje mucho más alto del posible comercio. Europa siempre ha sido muy protectora de sus productores agrícolas. Tienen la riqueza para pagar más cara su comida, con tal de seguir viendo a los campesinos en el campo. Si bien cedieron en algo de su protección en este acuerdo, siempre quedaron muchos productos fuera del libre comercio. Y aparte están los productos que los ticos importamos. De eso no se habla mucho, a excepción de la leche y sus derivados, que aún quedaron con un grado de protección muy alto.
El momento para firmar este acuerdo no suena como el mejor. Europa está pasando por una grave crisis. Los problemas de Grecia amenazan con afectar a los demás países del Viejo Continente. El costo del rescate pesará fuerte sobre todas la economías. Esto obligará a apretarse duro la faja a todos los europeos. El crecimiento potencial de sus economías es ahora mucho menor. Encima, el euro como moneda está en entredicho. Algunos dicen que esta crisis se lo puede traer abajo, mientras que otros hablan de la posibilidad de que se siga devaluando hasta llegar a 1 a 1 frente al dólar. Todo esto significa un bajo nivel de intercambio comercial de nuestro país con Europa.
Pero estos acuerdos se firman pensando en el largo plazo, no en la coyuntura del corto plazo. Aunque no sea un TLC, la tendencia va en la dirección del libre comercio. El país le sigue apostando a la inserción a la economía mundial como apuesta al crecimiento económico, y eso es positivo.

Artículo publicado en el periódico La Nación, el día 22/05/2010.

domingo, 6 de junio de 2010

Letras de cambio
Luis Mesalles
Economista


La educación es fundamental. Ya he mencionado anteriormente los efectos positivos que tiene una mayor inversión en educación sobre el desarrollo económico y social de un país. Mediante la educación, no solo se puede mejorar la productividad y competitividad de un país, sino que también se puede ayudar a disminuir la cantidad de familias pobres. ¡Dos pájaros de un tiro! De ahí que los diputados, apenas estrenando su envestidura, se abocaran con entusiasmo a la discusión del proyecto de ley que pretende obligar, constitucionalmente, a que lo que el Gobierno invierte en educación pase de 6% a 8%.

Estoy de acuerdo con la intención, pero no con la forma. Primero, poner en la Constitución una norma tan rígida de obligación de gasto le quita flexibilidad de operación a este y a cualquier gobierno en el futuro. Sobre todo cuando hay tantas necesidades. Sabemos que hay rezagos de inversión en infraestructura, y en eso el país invierte apenas poco más del 1% del PIB. La seguridad ciudadana requiere mayor atención, la salud pública no se puede descuidar y los programas sociales se quisieran reforzar con más presupuesto. Si le damos más a educación sin que haya una reforma tributaria en el horizonte ¿a quién le van a quitar presupuesto? Además, si el Gobierno quisiera, podría gastar más dinero en educación, sin necesidad de ninguna reforma constitucional. Es más, ya lo está haciendo.

Segundo, la principal justificación que le escuché al ministro Garnier para presentar el proyecto, es que se requieren los fondos para disminuir la deserción de jóvenes de secundaria. Es claro que para ello se ocupa invertir más en infraestructura de colegios y en la calidad de los profesores, dado que hay un rezago importante. Pero, una vez que se alcancen los objetivos de mejora, ¿se seguirá requiriendo tanto dinero? ¿Por cuánto tiempo? Encima, no existe certeza de que el dinero adicional se invierta en educación secundaria. Ya las universidades le están pidiendo al Gobierno que les transfiera este año mucho más dinero que el año pasado (más que el crecimiento del PIB). EL INA también quiere una tajada más grande y, cuando venga el aumento salarial, probablemente los profesores y empleados del MEP quieran su parte también.

Finalmente, si bien más dinero puede ayudar, puede que no. Depende cómo se utilice. Por eso, si los diputados quieren de verdad ayudar al país, en lugar de imponer constitucionalmente que el Gobierno invierta más en educación, le debería exigir que logre una serie de objetivos medibles. Por ejemplo, pedirle que baje la deserción secundaria a la mitad en los próximos cuatro años. Si para ello el MEP considera que requiere más dinero, entonces que lo incluya en el próximo presupuesto, voluntariamente. Si lo logra mejorando la eficiencia del gasto, bienvenido.

Artículo publicado en el periódico La Nación, el día 15/05/2010.
En Guardia
Jorge Guardia
Economista-Abogado



¿Será ésta la última columna que dediquemos a analizar la gestión del presidente Arias? Pienso que no. La historia no comienza, ni acaba, ningún primero de mayo. Lo dicho el domingo fue apenas el preludio del balance final.

Arias exaltó lo bueno, pero omitió lo malo. Dicho de otra forma, le sobró soberbia y le faltó humildad. Extrañamos el balance equitativo, justo y necesario para mejorar como país y orientar con sensatez a la nueva Presidenta. La Historia, a no dudar, se encargará de enmendar la plana. Yo voy a tratar de ilustrar la otra cara de la moneda.

Don Óscar fue muy suertero. Asió las riendas del poder en momentos en que la economía se deslizaba velozmente por la pronunciada cresta de un ciclo económico que estimulaba, por sí solo, el crecimiento del PIB, generación de empleo, aumento del salario real, disminución de la pobreza, generosos flujos de inversión extranjera, aumento de reservas, y más. Pero desaprovechó esa brillante oportunidad para promover las reformas estructurales necesarias y dar un salto cualitativo hacia el desarrollo. Empleó todo su capital político en el TLC, solo el TLC, y se olvidó de todo lo demás. ¡Lástima!

Reclamar como principal logro haber generado confianza no es suficiente. Las reformas estructurales no se hacen solas; requieren algo más que un buen estado anímico. La reforma fiscal atinente a la estructura de las instituciones y la composición del gasto simplemente no se discutió. Tampoco, la estructura tributaria, tan deficiente, e injusta. No supo administrar bien la crisis (aunque sí la previó anticipadamente). En él se repitió pieza por pieza la fábula de La Fontaine sobre la hormiga y la cigarra. No ahorró lo suficiente en las vacas gordas (el superávit fue flor de un día) y fue dispendioso en el gasto, sobre todo en burocracia, sin prever el creciente déficit por heredar a su sucesora. Como a Calderón, le dejó las arcas vacías.

Las pérdidas del Banco Central no llegaron a aprobarse ni, tampoco, se pudo consolidar el régimen cambiario, la inflación ni tasas de interés (inflation targets). Quedó debiendo en seguridad, infraestructura y, sobre todo, en el sentido de la democracia. Menospreció el papel de las minorías, la necesidad de mantener un intenso control político para rescatar la ética (el affaire de las consultorías del BCIE dejará huella) y, sobre todo, saber dialogar con los demás partidos. Les aplicó, sin misericordia, la ley de Elber (gazo). Por eso, su declaración a El Financiero de que ya todo estaba hecho y doña Laura solo tenía que saber administrar su legado, es incorrecta. Será enmendada, sin dudar, por el severo juicio de la Historia.

Artículo publicado en el periódico La Nación, el día 04/05/2010.

martes, 1 de junio de 2010

Ayer Alcoa, hoy Crucitas

Dialéctica
Juan Manuel Villasuso
Economista

La defensa de los recursos naturales conlleva una enorme responsabilidad y debe ser una tarea permanente de las personas, las organizaciones sociales y el gobierno. La degradación y destrucción del medio ambiente tiene consecuencias que se expresan en el mediano y largo plazo y en la mayoría de los casos los daños resultan irreparables. Los efectos negativos para las futuras generaciones son inconmensurables.
Aun cuando de manera inmediata haya personas que puedan beneficiarse con la explotación irracional de los bienes que nos ofrece el entorno natural, las valoraciones que se hagan de los proyectos que de manera radical alteran los ecosistemas deben trascender los intereses de unos pocos para enfatizar el bienestar y el porvenir colectivo.
Costa Rica ha sido un país excepcional en muchos campos, pero hay uno que resulta particularmente singular: el desarrollo de una cultura cívica que aprecia, valora, ama y ampara a la Naturaleza. Desde muy niños aprendemos a respetar y a querer la flora y la fauna que nos rodea; aprendemos a apreciar el bosque, la tierra y el aire; y aprendemos a reconocer y a resguardar el derecho y la obligación que tenemos de evitar que nuestra biodiversidad sea depredada.
En 1968 el mundo occidental vivió la agitación de la juventud. Fue una explosión de algarabía y de utopía. Desde Paris hasta la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, transitando por Berkeley y Berlín, los jóvenes alzaron sus voces para protestar contra la guerra en Vietnam y a favor de los derechos civiles, mayores espacios de libertad individual y reivindicaciones sociales para los menos favorecidos.
Costa Rica también tuvo su gesta del 68. Fue en 1970. Pero las manifestaciones y la indignación no fueron contra la guerra ni las demostraciones se vieron acompañadas por la retórica o la música de Rudi Dutschke, Daniel Cohn-Bendit o Joan Baez. Las llamadas “jornadas de Alcoa”, cuyo momento culminante fue el 24 de abril de 1970, nacieron del corazón verde de los estudiantes costarricenses y estuvieron vivificadas por las notas de la Patriótica.
Fue una emoción que surgió de manera espontánea y fue creciendo con la participación de la dirigencia estudiantil que tomó conciencia de que una parte del territorio nacional (Valle de El General) sería explotada para extraer bauxita, sin que se hubiera ponderado adecuadamente el daño que eso causaría ni cuáles serían las medidas remediales indispensables para mitigar el perjuicio, si es que ello era posible.
La concesión que se iba a entregar a la empresa Alcoa (Aluminum Company of America) por medio de un contrato-ley, se veía como un atropello a la soberanía nacional y hacía recordar los tiempos de la compañía bananera, que con el expediente de la creación de puestos de trabajo imponía condiciones adversas al Estado costarricense.
Se están cumpliendo cuatro décadas desde Alcoa. Muchas cosas han cambiado. Algunas para bien. Ahora existe mayor conciencia del inestimable valor del medio ambiente, de los peligros del cambio climático y de la incalculable valía de nuestra biodiversidad.
Sin embargo, los intereses que trajeron a Alcoa a Costa Rica no han cambiado. Son los mismos que se ocultan en los mercados especulativos, en los pliegues de la economía de casino y en los negocios impulsados por la codicia. Son los que en forma globalizada explotan los recursos naturales sin pensar en el mañana y están dispuestos a cualquier cosa sin importar las consecuencias.
Ayer se llamó Alcoa. Hoy se trata de Crucitas.

Artículo publicado en el periódico La República, el día 27/04/2010.

lunes, 3 de mayo de 2010

Los pro y contra de la dolarización plena, según BCCR

La dolarización completa ha sido considerada como posible instrumento para reducir la inflación después de que han fallado varios programas de estabilización ortodoxos puesto que conlleva uno de los más fuertes compromisos; aún cuando serían mayores las restricciones del gobierno, sería más exitoso influir favorablemente sobre las expectativas inflacionarias y reducir la incertidumbre general, dado el costo político de reversar el sistema.

EL propósito principal de la dolarización es eliminar la potestad del banco central de generar dinero de alto poder, con lo cual se espera detener la inflación en sus orígenes. En principio, la inflación de una economía plenamente dolarizada debería converger a la del país cuya moneda adopta.
Se argumenta también que el uso de una moneda foránea obligaría a una mayor disciplina fiscal ya que un gobierno que no puede recurrir al financiamiento inflacionario buscaría fuentes alternativas de recursos más sanas pero más limitadas.

Sin embargo, la dolarización plena puede ser criticada desde varios puntos de vista:

i) nunca habrá una garantía completa de que el sistema no sea reversado en el futuro (en caso de una crisis de liquidez, una guerra o un choque externo grande que induzca al gobierno a imprimir masivamente o a recobrar el uso del tipo de cambio como instrumento de política);
ii) sería ingenuo esperar que la dolarización resulte en una rápida igualación de los precios y de las tasas de interés con el resto del mundo si el problema de la credibilidad no se resuelve;
iii) el argumento tradicional de que gobierno renunciaría a sus ingresos por impuesto inflacionario;
iv) como crítica más importante, que con una dolarización completa, el sistema financiero se vería forzado a operar sin un “prestamista de última instancia”.

Un elemento muy importante a considerar es que, al adoptar una moneda extranjera para estabilizar una alta inflación, el político renuncia a dos beneficios:

i) La capacidad de obtener señoreaje y
ii) La capacidad de devaluar. Aunque muchos economistas argumentan que la pérdida de los ingresos por señoreaje es el argumento principal para mantener la moneda local, el renunciar a una política cambiaria activa podría ser la consideración más importante. Otros mencionan aspectos de soberanía y de orgullo nacional e incluso hay algunos que proponen como motivo para no adoptar la dolarización oficial, las dificultades y los costos políticos inherentes a incumplir el compromiso cuando el país enfrenta choques internos o externos adversos de alguna magnitud y duración, cuyos efectos nocivos pueden ser aliviados, al menos temporalmente, mediante una devaluación.

Y finalmente, según plantean Calvo y Végh (1992), la dolarización plena parece ser sólo una solución parcial y aún contraproducente al problema de la inflación y de la sustitución de la moneda ya que su efectividad requiere en gran medida de la solución simultánea del desequilibrio fiscal fundamental y, aún en ese caso, la dolarización pondría a los bancos en desventaja con respecto a los bancos extranjeros, dado que éstos tienen normalmente el beneficio de contar con un prestamista de última instancia. Más aún, si el gobierno está dispuesto de todas maneras a solucionar el desbalance fiscal, la dolarización plena impondría restricciones innecesarias a la economía, a menos de que se vea como un mecanismo eficaz para imponer disciplina a los gobiernos futuros.

sábado, 24 de abril de 2010

Letras de cambio
Luis Mesalles
Economista

La migración suele verse como un problema. Por el lado del país o región de donde salen los emigrantes, hay hogares quebrantados, pueblos desolados y pérdida de trabajadores valiosos. Por el lado del país que recibe a los inmigrantes, a estos se les suele ver como una clase aparte, que viene a quitar trabajo a los locales, que generan inseguridad y disfrutan gratis de los servicios públicos.
Pero la migración también se puede ver como un fenómeno positivo. Es parte de la búsqueda constante de mejores condiciones de vida de parte del ser humano. El intercambio de conocimientos, técnicas y cultura, que genera la migración enriquece a los países y regiones del mundo en ambas vías. Estados Unidos es un claro ejemplo de un país hecho a base de migración. La diversidad cultural y el nivel económico que hoy disfrutan es producto de ello.
Las causas de la migración son difíciles de puntualizar, ya que son múltiples. Por un lado, están los aspectos positivos del país o región que atrae a los migrantes: mayor nivel de salarios y mejor nivel de vida, oportunidades de educación, acceso más fácil a tecnología, mayor libertad. Pero también hay que considerar los factores de expulsión del país o región de origen, como lo son las guerras y la inestabilidad política, la discriminación, el desempleo, la carencia de oportunidades y los bajos ingresos.
En un estudio reciente de Oswald Céspedes (http://www.academiaca.or.cr/documentos/doc_5191. pdf), se analiza el fenómeno de migración que se ha dado en Costa Rica en los últimos años. Si bien no es muy alto el número de emigrantes (unos 90.000), estos están concentrados en pocas regiones del país (Los Santos, Pérez Zeledón y Alajuela). Para estas zonas, se genera una oportunidad de mayores ingresos (por medio de las remesas), pero otros problemas afloran. Céspedes describe a los emigrantes como jóvenes educados (36 años de edad promedio y 11 años de escolaridad). O sea, en el pico de capacidad de generación de ingresos. De ahí que el 85% de los que migran dicen que lo hacen para buscar mejores ingresos y empleo, y el 61% de los hogares con migrantes manifiestan que su situación económica ha mejorado gracias a las remesas. Sin embargo, como el dinero no lo es todo, dos terceras partes de los encuestados dicen que preferirían tener al migrante con ellos en vez de recibir el dinero de la remesa, y nueve de cada diez extrañan mucho a su familiar separado. De ahí que el reto es buscar maneras para evitar que la gente tenga que migrar a la fuerza. Si lo hace, que sea por voluntad propia. Para ello, hay que trabajar en el mejoramiento de las oportunidades de mayores ingresos en las zonas donde este fenómeno es más acentuado. Más infraestructura y mejor educación son dos de los aspectos claves.

Artículo publicado en el periódico la Nación, el día 24/04/2010.

Más allá de la autonomía

Dialéctica
Juan Manuel Villasuso

Los sucesos ocurridos en la Universidad de Costa Rica el pasado lunes 12 de abril fueron lamentables. No debieron producirse. Una mínima coordinación entre el Organismo de Investigación Judicial y las autoridades universitarias los habría evitado.
El ingreso de agentes del OIJ al campus Rodrigo Facio con el fin de detener a una persona sorprendida in fraganti en un acto de presunta corrupción se realizó de manera inconveniente y desacertada, a pesar de que las autoridades judiciales tuvieron tiempo suficiente para planificar el operativo policial.
Sin entrar a discutir el trasfondo jurídico de las acciones, que como en muchas materias legales depende de las diversas interpretaciones de los abogados; y con más razón en este caso donde los alcances de la autonomía universitaria constituyen un elemento debatible, lo cierto es que las cosas se pudieron haber hecho de otra manera.
Dos aspectos llaman la atención. Primero, la aparente impericia de la OIJ en la captura del sospechoso y, sobre todo, la imprevisión de su huida hacia la Universidad. Si tuvieron tiempo para marcar billetes y asignar a varios agentes al caso, ¿por qué no anticiparon la probable fuga y dedicaron unos minutos a conversar con las personas responsables de esos asuntos en la UCR para solicitarle su colaboración, como se señala que ha pasado en otras ocasiones?.
Segundo, el enorme despliegue de las fuerzas policiales. A todas luces parece desmedido, a los ojos de un neófito, el gran número de efectivos que se destinaron, de manera expedita, para lidiar con una persona, que si bien se suponía estaba cometiendo un delito, seguramente no se podría calificar como de extrema peligrosidad. ¿O estaba destinado ese nutrido destacamento para hacer frente a las protestas de la comunidad universitaria más que a la aprehensión del criminal?
En cuanto a la forma en que estudiantes y profesores reaccionaron por la presencia de la policía en el recinto universitario, si bien no son justificables, sí resulta entendible que quienes ven a la UCR como su casa de enseñanza y Alma Mater, hayan sentido gran molestia por la entrada intempestiva de un contingente uniformado, armado y con chalecos antibalas. Seguramente muchas personas reclamarían con igual vehemencia si irrumpieran de esa forma en su hogar, en el lugar de trabajo o en el colegio de sus hijos.
Pero los acontecimientos ocurridos también han servido para que afloren apreciaciones y criterios relacionados con la Universidad de Costa Rica que trascienden lo sucedido y van más allá de la válida discusión sobre las derivaciones y límites de la autonomía universitaria. Reflejan sentimientos que preocupan.
Algunas de esas manifestaciones han querido aprovechar la oportunidad para afirmar que la UCR pretende crear un territorio independiente donde no se apliquen las leyes costarricenses. Nada más alejado de la verdad. Lo que se plantea es un respeto y una consideración básica al espacio universitario, el mismo que demandaría cualquier ciudadano. Que toquen la puerta antes de entrar.
Otras expresiones han sido más cáusticas y reflejan posiblemente resentimientos, intereses o visiones restringidas de la misión que debe cumplir una auténtica universidad, que no es solo el de formar profesionales para el mercado de trabajo, sino también el de fomentar la investigación y la acción social al tiempo que se promueve una visión crítica, en el sentido amplio de la palabra, de la sociedad en la que vivimos. Esto último seguramente incomoda a algunos.

Artículo publicado en el periódico La República, el día 20/04/2010.
Letras de cambio
Luis Mesalles
Economista

Pareciera que lo peor de la crisis mundial ya pasó. Luego de ver caer la producción mundial en poco más de 5% el año pasado, se espera que este año crezca cerca de 4%, el nivel de antes de la crisis. Curiosamente, los países emergentes (los menos desarrollados) se han recuperado más rápido que los industrializados. A los últimos les ha costado más y presentan retos importantes.
La recuperación se ha descrito como una con forma de “V”. Una caída vertiginosa, seguido de una recuperación rápida. Para que se diera esto, los Gobiernos han tenido que inyectar grandes cantidades de dinero a la economía. Ya sea a través de estímulos fiscales (reducción de impuestos), transferencias (ayudas y subsidios) o préstamos al sistema financiero. Los Gobiernos se han endeudado fuertemente, con el fin de amortiguar la caída y acelerar la recuperación. Paradójicamente, la crisis fue causada por un exceso de endeudamiento, y ahora se ha salido del hueco con la misma receta. El problema es que el exceso de deuda ha pasado de manos, pero no ha desaparecido. El gran reto que queda es cómo salir de este embrollo. Eventualmente tendrá que haber más ahorro, ya sea por medio de más impuestos, eliminación de subsidios y ayudas, o tasas de interés más altas. Y, cuando eso se dé, el crecimiento se frenará. Hay gente hablando, incluso, de una recaída. Esto lo han descrito como el fenómeno “W” o la “doble caída”. Aunque ahora hay menos gente hablando de esta posibilidad , aún no se puede descartar.
La historia para los países emergentes es un poco diferente. Igual han tenido recuperación en forma de “V”, pero la caída fue menor. Los estímulos que dieron los Gobiernos en estos países no fueron tan grandes, ya que no eran tan necesarios. El principal problema que se enfrentan muchos de ellos viene por el lado de la apreciación de sus monedas. Una vez que los inversionistas sintieron que lo peor de la crisis había pasado, y al darse cuenta de que en los países industrializados les estaban pagando intereses muy bajos, decidieron llevar sus capitales hacia los países emergentes. Costa Rica está experimentando este fenómeno, y de ahí que el colón esté ganando valor.
¿Qué han hecho estos países con una situación similar a la nuestra? Algunos han dejado que el tipo de cambio siga cayendo. Otros han hecho un esfuerzo por balancear sus finanzas públicas. En algunos otros casos, los bancos centrales han decidido frenar la entrada de capitales mediante controles. Y en otros, lo que han hecho es intervenir el tipo de cambio, con el fin de detener la apreciación. En nuestro caso, de momento se ha optado por no hacer nada: que siga cayendo el tipo de cambio, al menos hasta que llegue al piso de la banda. ¿Cambiará de estrategia el nuevo presidente del Banco Central? Habrá que esperar para saber.

Artículo publicado en el periódico la Nación, el día 17/04/2010.

Hoy me voy a repetir

Dialéctica
Juan Manuel Villasuso


Hoy me voy a repetir. Seguramente en temas, conceptos y hasta en palabras algunas de mis columnas pecan por reiterativas. Cada uno va forjando sus propios esquemas mentales y es difícil escaparse de esos ángeles y demonios que lleva por dentro.
Escribiré sobre ética y política pública. Y comenzaré diciendo que el abismo existente entre el discurso ético y las duras realidades del crecimiento regido por el Mercado se está ampliando. Las desigualdades están aumentando. Contrario a las promesas de los globalizadores, las condiciones de las mayorías pobres del mundo no están mejorando significativamente, las brechas se hacen mayores, y varios de los Objetivos del Milenio de las Naciones Unidas no se cumplirán a cabalidad.
Bajo estas circunstancias negativas cabe preguntarse: ¿es acaso posible revertir las tendencias confiando únicamente en las leyes del Mercado? O dicho con otras palabras, ¿debe privilegiarse la eficiencia económica y la competitividad, aceptando implícitamente el carácter ineludible de la polarización social, derivada de la marginalización y exclusión, y concentrar la acción del Estado en políticas sociales compensatorias basadas en la focalización asistencial del gasto fiscal?
¿No sería más conveniente aplicar modelos de economía mixta que vayan más allá de la eficiencia en la asignación de los recursos y de la innovación tecnológica y que tomen en cuenta aspectos fundamentales como lo son el empleo, la distribución del ingreso y la sostenibilidad ambiental?
Estoy convencido de que la clave para reconciliar el crecimiento económico con el bienestar social reside en el ámbito de las políticas públicas, en la habilidad de darle al proceso de desarrollo la guía necesaria, bajo la forma de un proyecto concebido democráticamente, que contenga una adecuada regulación de las esferas pública y privada.
No hay que olvidar que el desarrollo es mucho más que crecimiento económico. La idea de desarrollo conlleva criterios de equidad en lo colectivo y de calidad de vida para cada una de las personas. Implica también la posibilidad de realización individual en un clima de paz, libertad y participación democrática.
El enfoque de lo social, por lo tanto, no debe responder a criterios meramente asistencialistas ni ser un conjunto de acciones focalizadas de carácter remedial y subsidiario del crecimiento económico. Debe ser más bien una visión que busque modificar los factores estructurales y alterar las relaciones de los diversos estratos socioeconómicos con la estructura productiva, a fin de lograr una distribución más equitativa de la riqueza que se produce en forma mancomunada.
Los programas sociales específicos, destinados a mejorar temporalmente las condiciones de vida de los más pobres, a veces ejecutados con criterios clientelistas, no constituyen respuestas adecuadas para asegurar la cohesión social y un desarrollo humano sostenido. Por el contrario, pueden reforzar los factores causantes de la inequidad social.
Es por eso que resulta esencial que las políticas públicas se formulen con visión ética, vinculando cuidadosamente los objetivos de bienestar social y crecimiento económico, en lugar de provocar un enfrentamiento entre ellos. En palabras de Bernardo Kliksberg “un Estado inteligente debe ser capaz de orientar sus políticas a la superación de las gruesas inequidades, impulsar la concertación entre lo económico y lo social y promover la sociedad civil con un papel sinergizante permanente”.

Artículo publicado en el periódico La República, el día 06/04/2010.

lunes, 19 de abril de 2010

¿Es o no conveniente la dolarización de la economía?

Si se parte del beneficio que existe la posibilidad de seguir una tendencia a poseer una tasa de inflación aproximada a la del país que se toma como moneda, si sería conveniente, pues sería una medida más efectiva para estabilizar los precios. Aunque, si se toma como ejemplos a los países como Panamá y El Salvador se puede deducir que este beneficio no es tan efectivo, pues según los indicadores no se evidencia tal convergencia entre las tasas de inflación.
Por lo que, desde mi punto de vista la dolarización para la economía costarricense no es conveniente, porque por una parte si este beneficio no es tan sólido y es el más directo, y por otra los costos de asumirla son altos, debido a factores como la ausencia de política monetaria y cambiaria, a la volatilidad en las variables macroeconómicas del producto y empleo.

Como se vería afectada la economía costarricense por los choques internacionales, que factores deben considerarse para el diseño de una política camb

Por nuestra particular caracterización de ser una economía pequeña y abierta, los shocks internacionales nos afectan directamente en las variaciones de los precios nacionales, tipo de cambio y tasas de interés, cambios que se reflejan principalmente en la tasa de inflación y balanza de pagos.
Más sin embargo, cabe resaltar que las fuentes que existen para la transmisión de los efectos en nuestras variables pueden ser:

• A través del aumento del precio de bienes primarios e indispensables de importación, que generan un aumento en los costos de producción de las distintas empresas, y se reflejan en variables como salarios o incremento del bien final producido por la misma.
• Como los precios de nuestra economía no son influyentes en los precios internacionales, al importar bienes finales con precios por ejemplo más bajos y en iguales condiciones de calidad, los consumidores nacionales optan por adquirir los importados y los bienes producidos nacionalmente tienden a almacenarse, abaratarse o a perderse. Por lo que las importaciones tienden a crecer y las exportaciones a disminuir, generando un déficit en la cuenta corriente.

Factores se deben considerar para el diseño de política cambiaria:

Según información del Banco Central de Costa Rica (BCCR), los factores o elementos que se deben considerar para la elaboración del diseño de política cambiaria, son los siguientes:
• Tasa prevaleciente de inflación.
• Nivel de reservas monetarias internacionales y movilidad de capitales.
• Grado de movilidad laboral y flexibilidad nominal.
• Diversificación de la producción y de las exportaciones.
• Flexibilidad y sostenibilidad de la política fiscal.
• Grado de dolarización de la economía.
• Grado de integración comercial y política.
• Simetría y tipos de choques, y finalmente
• Algunas consideraciones no económicas (confiabilidad de la ciudadanía en el BCCR).

jueves, 8 de abril de 2010

Retos de la futura Administración Chinchilla

Retos para el próximo gobierno:
Sector social:

• Mantener y fortalecer el proyecto Avancemos, implementando políticas para expander dicho proyecto tanto a nivel de primaria como universitario, para que muchos estudiantes tengan la oportunidad de continuar estudiando, e incluso para aquellos que se habían retirado se reincorporen a los centros educativos.
• Incluir lecciones de una verdadera educación sexual desde la primaria, complementándose con el sector salud brindando capacitaciones para que la problemática actual de “madres jóvenes” se minimice.
• Buscar mediadas que mejoren la eficiencia en el sector salud, pues a raíz de las quejas de la mayoría de los ciudadanos principalmente los de escasos recursos, es que las citas de las cirugías son asignadas a largo plazo en cuestión de salud, y no responden precisamente a la necesidad de las mismas. Además de mejorar la atención a través de la creación de mas Ebais y una mejor supervisión de la capacidad y desempeño de los médicos.
• En el tema de seguridad, en este debe haber una reestructuración en cuanto a algunas leyes, focalizándose en el tema de castigos o penas. Así como implementar reformas para que respalden la nueva ley de crimen organizado y por ultimo y muy importante, fortalecer el equipo con armamentos especializados y de mejor calidad.

Sector Económico:

• Aplicar sistemas de inversión y producción que favorezcan e incentiven al productor nacional (menos burocracia).
• Mejorar el clima empresarial de nuestro país, atrayendo IED competitiva y no monopólica.
• Crear un sistema portuario eficiente y productivo, por lo que se debe modificar su infraestructura y normativa, generando un sector comercial más atractivo para los inversionistas nacionales e internacionales.
• Continuar las relaciones comerciales con los países extranjeros, desde los que son económicamente activos hasta los menos desarrollados para que la cifra de nuestros 19 principales socios comerciales aumente.
• Realizar una verdadera política económica, en la cual la política monetaria sea complemento de la política fiscal y viceversa. De esta manera existiría mayor concordancia entre los objetivos de cada una de ellas y además se verían limitados ante la otra.

Sector Ambiental:

• Prestarle mayor atención al sector ambiental, porque el hecho de que nuestro país este dotado de recursos naturales, no se significa que estos no se deterioran, por lo que implementar proyectos que incentiven la protección y conservación del medio ambiente a lo largo y ancho del país, sería una buena opción.

sábado, 3 de abril de 2010

Luis Mesalles
Economista

En Europa se ha estado discutiendo un plan para rescatar a Grecia. La premisa es que si no le hacen llegar una fuerte cantidad de dinero, las finanzas de ese país colapsarán. El Gobierno no tendrá con qué pagar sus gastos, obligándolo a declararse, prácticamente, en bancarrota.
Al igual que casi todas las crisis financieras, esta que atraviesa Grecia tiene que ver con que gastaron más de la cuenta. Esto se refleja en déficits del Gobierno y externos que equivalen a más del 10% del PIB cada uno. La regla general es que, cuando esos dos déficits pasan de 3%, hay que preocuparse. Es señal de que los ciudadanos de ese país están gastando mucho más de lo que son capaces de producir. Como no hay suficiente ahorro, dependen fuertemente del crédito que provenga de otros países. Endeudarse, en sí mismo, no es malo; lo malo es hacerlo hasta poner al país en situación muy vulnerable. La deuda pública de Grecia es 1,2 veces la producción anual.
Cuando esto sucede, hay que hacer ajustes. Como dicen: hay que socarse la faja y bajar el gasto. Más o menos lo que nos sucedió en Costa Rica a inicios de los ochenta. En ese entonces, el ajuste se hizo por la vía de reducción del tamaño del gasto del Gobierno, acompañado de una fuerte devaluación. Esta combinación llevó a un menor ingreso de todos los costarricenses, que nos forzó a gastar menos, hasta ajustar nuestro nivel de vida a la realidad.
En el caso de Grecia, el problema tiene dos aristas agregadas. Por un lado, Grecia es un país “eurizado” (como decir dolarizado, pero con el euro). No puede utilizar la devaluación para hacer el ajuste. Esto fuerza a que la disminución del gasto tenga que ser mayor. Por otro lado, Grecia no está solo con este problema. Portugal, Irlanda y España también tienen problemas similares. Los llaman los países PIGS, que son las iniciales de sus nombres en inglés. Pero también significa “cerdos”, denotando, peyorativamente, lo “cochinos” que han sido manejando su economía.
Muchos de los ciudadanos alemanes y franceses, quienes son los que llevarían el peso más grande del rescate, no están dispuestos a sacrificarse tanto. Y más cuando piensan que si ayudan a Grecia, después vienen los demás PIGS, haciendo más grande el problema. ¿Porque tienen ellos que pagar más impuestos, si los otros no han hecho su tarea de ahorrar? ¿Es justo que los alemanes tengan que jubilarse más viejos, para que los griegos puedan seguir disfrutando de pensiones a edad temprana? Mientras los alemanes trabajan, los demás están de fiesta. De ahí el gran dilema de la zona euro. ¿Castigar fuerte al niño mal portado, o darle una nalgada suave y pedirle que corrija su mal comportamiento? De cualquier manera, tanto padre como niño sufrirán.

Artículo publicado en el periódico la Nación, el 27/03/2010

domingo, 21 de marzo de 2010

La intervención del Estado

Dialéctica
Juan Manuel Villasuso
Economista

La intervención del Estado en la economía tiene como propósito no solo compensar por las múltiples fallas de los mercados sino también enfrentar los procesos de concentración del ingreso.
Cuando los mercados operan de manera competitiva, algo que en muy pocas ocasiones sucede en la realidad, es posible optimizar el uso de los recursos y lograr mayor eficiencia en el sistema económico.
No obstante, aun funcionando en condiciones de competencia, la dinámica propia de la oferta y la demanda conduce a la acumulación de la riqueza en pocas manos. Esto se debe a que la propiedad de los factores de producción se encuentra desigualmente repartida entre las personas.
Es por esta razón que resulta indispensable la intervención del Estado para lograr una más equitativa distribución del esfuerzo productivo, que es denuedo compartido entre el capital y el trabajo, de tal manera que garantice niveles de vida decorosos para las familias y facilite una mayor cohesión social.
La aceptación de un modelo de desarrollo basado en la libertad irrestricta de los mercados y la mínima intervención del Estado implica renunciar al uso de los instrumentos de política económica que permiten afectar la distribución del ingreso y la riqueza.
En consecuencia, la democracia, que como régimen político debe tener por finalidad no solo la libertad sino también el bien común, exige que el Estado tenga la opción de intermediar en el accionar de los mercados para cumplir al menos cuatro funciones cardinales:
Distribuir el ingreso y la riqueza. Se puede lograr mediante diferentes mecanismos, pero uno de los más eficaces es la política fiscal. La conformación de un sistema impositivo progresivo cuyo propósito sea una mayor justicia y equidad, así como la planificación del gasto público con el fin de atender tanto las necesidades de la producción como la de los sectores sociales más débiles, constituye una herramienta medular de una política pública democrática.
Garantizar la prestación de servicios universales. Hay servicios que por su importancia y trascendencia representan derechos ciudadanos: la salud, la educación, la seguridad, el medio ambiente, el agua potable y las telecomunicaciones, son algunos de ellos. Esos servicios no pueden ser tratados como mercancías. El Estado tiene la obligación de afanarse por hacer realidad que todos los habitantes tengan acceso a estos para que sus derechos puedan materializarse.
Promoción social. El desarrollo social no puede sustentarse en el asistencialismo ni dejarse al azar o a la buena fortuna. No se generará de manera espontánea. El Estado tiene la responsabilidad de fomentarlo. Debe enfrentar de manera decidida la marginación y la exclusión, combatir la indigencia y apoyar a los grupos desvalidos, es decir, debe hacer efectivo el respeto a la dignidad humana.
Crear ciudadanía. Implica concebir al ciudadano como un ser social y no solo como un actor en el mercado. Conlleva cimentar valores que permitan la convivencia en un marco de respeto, tolerancia y solidaridad. Significa, por una parte, que las personas conozcan sus derechos y tengan la posibilidad de exigir su cumplimiento y, por otra, que sean conscientes de sus deberes como miembros de la comunidad y estén dispuestas a asumir los compromisos que eso supone.
Crear ciudadanía es también abrir espacios de participación a los individuos y a las organizaciones e instaurar mecanismos prácticos de rendición de cuentas y transparencia en la función pública.

Artículo publicado en el periódico La República de Costa Rica el 16/03/2010

¿Cómo afecta el experimento de bandas cambiarias a la salida de divisas del país?

El Banco Central de Costa Rica como creador de la política monetaria de nuestro país, cumple dentro de sus funciones el análisis permanente de los regímenes monetario y cambiario aplicados para el cumplimiento de sus objetivos.

Por lo que la modificación realizada en el régimen cambiario el 17 de octubre del 2006, anunciaba la salida del sistema de mini-devaluaciones hacia un sistema de bandas cambiarias, el cual tiene como objetivo principal implementar el mecanismo de transición primeramente hacia un régimen de flotación administrada (estableciendo un techo y un piso, entre los cuales puede variar el precio de la divisa) y posteriormente la implementación de un régimen monetario basado en metas de inflación, que permita la estabilización de precios en el mediano plazo y de esta manera cumplir el objetivo del ente regulador.

Sin embargo, respondiendo propiamente la pregunta debido a que el “experimento” de bandas cambiarias implica que el tipo de cambio es determinado por la interacción de la oferta y la demanda, siempre y cuando el mismo se encuentre dentro de los límites fijados cabe recalcar, porque si éste tiende a salirse de las bandas, el BCCR debe intervenir. Lo que refleja el primer efecto sobre las salidas de divisas partiendo de que existe un cierto control sobre las exportaciones e importaciones debido al establecimiento de las bandas (intervención de Estado), además las salidas de divisas no pueden excederse por ejemplo ante un aumento de importaciones el tipo de cambio tiende a aumentar por lo que el colón tiende a depreciarse, incidiendo negativamente de forma directa en el mercado de divisas, y consecuentemente en los saldos deficitarios de la cuenta corriente, situación que históricamente Costa Rica ha sufrido tanto por la dependencia internacional como por la falta de competitividad de nuestros factores de producción.

viernes, 19 de marzo de 2010

Jorge Guardia
Abogado-Economista

Noel Ramírez, antiguo profesor del INCAE y expresidente del Banco Central de Nicaragua, decía que los ticos éramos muy modositos, pues todo lo hacíamos despacito, suavecito, con salivita'
Sin duda, nos caracterizaba bien. También, don Eduardo Lizano, asiduo propulsor de reformas económicas en Costa Rica, quien se quejaba, con razón, de la recalcitrante lentitud que exhibimos al tomar decisiones, por el inefable nadadito de perro. ¿Cuánto cuesta arribar a la otra orilla? Yo lo sé por experiencia. Al impulsar la reforma desde el Banco Central topé con la férrea oposición del PLN. Según ellos, se debía introducir gradualmente, con salivita'
El señor Fernando Ferraro, abogado, tiene otra visión. En un ácido comentario intitulado Los insultos de Jorge Guardia, escribió su propio diagnóstico. Sugiere que el votante tico no es como lo pinto yo, sino, más bien, valiente y arriesgado, como Juan Charrasqueado. Bueno, es una opinión. Yo no la comparto, pero, a diferencia suya, sí la respeto. Él dijo textualmente: “debemos insistir en el respeto a las opiniones y acciones ajenas” ¿Por qué, entones, un titular tan ofensivo?
Dejemos la forma y vertamos dos párrafos (los últimos) sobre el fondo del asunto. Yo atribuyo el magro resultado del ML a dos causas fundamentales: la crisis económica mundial (percibida como una crisis del capitalismo) y la reticencia del tico a prohijar cambios radicales al statu quo. La primera hacía –y hará– harto difícil vender una plataforma política tendiente a maximizar el mercado y minimizar el Estado. Si, además, le cuelgan propuestas radicales, como la dolarización y el flat tax, la cosa se pone muy dura (ni con salivita). Hoy sostengo la misma opinión. Y sugiero a sus dirigentes abrazar planteamientos más palatables al sentir de los votantes.
Para el abogado Ferraro, el ML debe proseguir sus esfuerzos radicales pues “siguen siendo propuestas legítimas”. Simplemente, recomienda explicarlas mejor (¡Gracias!). Pero es, sin dudar, el aconsejar de un liberacionista. Dudo de su sinceridad. En otra parte de su pieza confiesa “no encontrar ningún mérito en las actitudes radicales”, lo cual me dice que les está dando una embarcada. Y aquí, precisamente, subyace la divergencia entre los dos. El abogado Ferraro, aunque suene raro, los quiere ver topar con la realidad política de un país conservador. Yo, en cambio, deseo que se pellizquen (en el trasero) para despertar de su sueño radical y propongan cosas más apetecibles al paladar electoral. Sugiero algo más convencional y placentero: llevarla suave, a lo tico, despacito y, sobre todo, con abundante salivita. ¡Es milagrosa!

Artículo publicado en el periódico la Nación el día 08/03/2010.

sábado, 13 de marzo de 2010

Infraestructura de Transportes

Luis Mesalles
Economista

El estado de la infraestructura de transportes del país es lamentable. Debido a la poca inversión que se ha realizado en los últimos 30 años, tenemos un atraso muy importante. Esto nos lleva a una pérdida de competitividad, desde el punto de vista económico, ya que los costos de transporte son muy elevados. El tiempo gastado de más en viajar de un lado a otro, además, implica no solo un costo económico para todos los costarricenses, sino, también, una pérdida enorme de bienestar. Desde el punto de vista social, los atrasos en infraestructura aumentan las diferencias en desarrollo entre las zonas rurales y urbanas. Cuanto más alejado de la capital, mayor es la probabilidad de ser pobre.
El problema surge del hecho de que se ha invertido menos de 1% del PIB anualmente durante los últimos 30 años. Esto equivale a un promedio cercano a $150 millones anuales. Si bien en los últimos dos años la inversión ha sido un poco más alta, es apenas como una gota de agua en una sartén. El ministro de Obras Públicas mencionó, en un reciente seminario de Ecoanálisis, que el país requiere, para mejorar el nivel de competitividad, unos $11.000 millones de inversión en infraestructura en los próximos cinco años. Eso incluye rehabilitación y reconstrucción de carreteras y caminos, nacionales y cantonales, reparación de puentes, nuevas carreteras, tren interurbano y mejoramiento de puertos y aeropuertos. Ojo, eso implica que habría que aumentar 14 veces la inversión que se ha venido haciendo.
Para financiar todas esas necesidades, hay impuestos (combustibles, marchamos y peajes). Pero es apenas $250 millones anuales. O sea, solo cubriría $1 de cada $9 que hay que invertir. Entonces, ¿dónde conseguimos los casi $2.000 millones por año adicionales que hacen falta? Es imposible pensar que lo podemos hacer vía aumento de impuestos. Quitarles el dinero a otras áreas como educación, salud o seguridad tampoco es una opción. La opción de endeudamiento es una posibilidad, pero eso tiene un límite. Pensar que todo se financie con deuda externa, implicaría cuadriplicar el nivel actual. Entonces, ¿qué queda? Concesión de obras. Estamos claros en que este esquema no es apto para todas las inversiones por hacer. Pero también hay que tomar lo bueno del esquema: permite que se hagan obras, rápido y con eficiencia. La operación del puerto de Caldera, que ya lleva tres años y medio concesionado y ha reducido significativamente los costos para los usuarios del puerto, es un ejemplo de éxito. La reciente apertura de la carretera a Caldera, con todas las críticas que se le han hecho, ha ayudado a disminuir costos para quienes tienen que ir a la zona del Pacífico o trasladarse desde ahí. Es especialmente beneficioso para quienes trabajan y viven en esa zona, dándoles la oportunidad de mejorar su calidad de vida.
El estado de la infraestructura de transportes del país es lamentable. Debido a la poca inversión que se ha realizado en los últimos 30 años, tenemos un atraso muy importante. Esto nos lleva a una pérdida de competitividad, desde el punto de vista económico, ya que los costos de transporte son muy elevados.

Artículo publicado en el periódico la Nación el día 26/02/2010

domingo, 21 de febrero de 2010

Juan Manuel Villasuso
Economista

Dialéctica
¡Urgente! Crear trabajo decente

La situación económica está mejorando. Tanto a nivel internacional como nacional se observan señales de que la crisis económica mundial va quedando atrás y algunos indicadores, como la producción y el comercio, inician un repunte que parece sostenible.
No obstante, hay una dimensión en este proceso de reactivación que preocupa y que es motivo de atención: no se están generando los puestos de trabajo necesarios para recobrar las plazas perdidas durante la crisis y para brindar empleo a los jóvenes que buscan insertarse por primera vez en el mercado laboral.
El presidente Obama en su primer informe del Estado de la Unión hace pocas semanas se refirió a la situación de los millones de desempleados y las dificultades que afrontan, señalando que la generación de empleo será la máxima prioridad de su gobierno. “El empleo debe ser nuestro objetivo número uno en 2010 y por eso pido este año un proyecto de ley para la creación de nuevos trabajos”, dijo Obama al Congreso.
Según el director del Fondo Monetario Internacional, Strauss-Kahn, “la mayor parte de las economías avanzadas y algunas emergentes tienen un alto desempleo, así que es difícil afirmar que la crisis ha terminado cuando el paro no se reduce”. En su criterio la crisis mundial no concluirá mientras el desempleo sea elevado y las políticas públicas deben dirigirse a la creación de trabajo.
En Costa Rica la desocupación de la mano de obra es también un problema que exige respuestas urgentes del gobierno. El aumento de la tasa de desempleo en el último año, al pasar del 4,9% en 2008 al 7,8% el año pasado, constituye una señal de alarma por las implicaciones humanas y sociales que significa y por el desperdicio económico que representa.
Resulta impostergable la formulación de una “política nacional de empleo”, de la que carecemos en el país desde hace muchos años. Así lo expresó la OIT en el estudio elaborado por Eduardo Alonso publicado en marzo de 2004; y lo reiteró recientemente la Contraloría General de la República en relación con el empleo público.
La generación de puestos de trabajo se ha visto en nuestro país como un subproducto del crecimiento de la producción y del aumento de las exportaciones, y no como un elemento esencial de la estrategia de desarrollo nacional. Esa visión la contradice la realidad actual. Las economías se recuperan de la recesión pero no están creando empleos.
Durante la campaña electoral, la candidata Laura Chinchilla, ahora presidenta electa, puso gran énfasis en el “trabajo decente para los adultos”. Creemos que esa debe ser, efectivamente, una prioridad en su administración. Y no debe subordinarla a los criterios extremistas de quienes reverencian la estabilidad macroeconómica como virtud suprema, algo que muchos males le ha ocasionado a Costa Rica al postergar obras esenciales en infraestructura en aras del equilibrio fiscal y al contener la inversión privada con altas tasas de interés.
La formulación de un plan nacional de empleo sustentado en los principios del trabajo decente, concebido como “ocupación productiva justamente remunerada que se ejerce en condiciones de libertad, equidad, seguridad y respeto a la dignidad humana” debe ser un imperativo.
Un plan de esa naturaleza debe contemplar tanto el corto como el mediano plazo; elaborarse de manera tripartita entre el gobierno y los gremios laborales y empresariales; integrar políticas públicas y contar con una decidida voluntad política. Ojalá doña Laura ponga todo su empeño en lo prometido.

Artículo publicado en el periódico La República, el Martes 16 de Febrero, 2010.

viernes, 19 de febrero de 2010

En Guardia

Jorge Guardia
Abogado - Economista

Recomiendo a mis lectores leer (dos veces) la columna de Jorge Vargas Cullel del jueves pasado . Es un análisis somero pero certero de la situación postelectoral y el enigmático futuro de los partidos. ¿Qué irá a pasar?

Vaticina, entre otras cosas, el fin del bipartidismo por la muerte del PUSC, hoy reducido –dice– a la triste función de raspar puchitos en las opíparas ollas de los mayores. Yo concuerdo. Solo hay tres partidos grandes, pero con grandes interrogantes. Los demás, incluyendo la izquierda, no son electoralmente viables. Se han reducido a entidades de caja chica. Literalmente.

Un partido que obtiene menos del 4% en dos elecciones consecutivas, como el PUSC, está muerto. Fue una muerte anunciada. Y no la voy a lamentar. Se lo dije. En política, como en los negocios, los espacios vacíos se llenan al tiro. Al desplomarse, surgen otros para sustituirlo. Por eso, al empezar a perder mercado deben tratar de rescatar sus activos más valiosos (clientela; electorado) y tratar de fusionarse con otros más afines, antes de reducirse a la nada. Una entidad negocia cuando tiene algún valor; en quiebra, nadie da nada por ella. A don Luis Fishman se le propuso acercarse al ML. Me consta. Pero prefirió coquetear con el PAC.

Los partidos de centro-izquierda que decidieron aliarse al PAC hicieron bien; los otros, hicieron el ridículo. Para fortalecer la democracia y la alternabilidad en el poder deberán darse cuenta de que solos no irán a ningún lado. Es preferible una fusión entre ellos en algún programa común, que deambular separados sin ningún destino real. El fin último de un partido político es ganar. Participar por deporte o simple diversión es malgastar tiempo y recursos. Pero deberán olvidar su orgullo y actuar con inteligencia.

El principal problema de nuestra democracia es que un partido muy fuerte como el PLN pueda monopolizar el poder y penetrar todas las esferas de acción y decisión, como el PRI en Méjico. La oposición debería organizarse. Podría empezar haciendo alianzas en el Congreso, donde tiene mayoría, nombrar un directorio compartido, imponer una agenda legislativa común (como los partidos civilizados en Europa) y fortalecer a las dos agrupaciones de oposición más fuertes. Ottón Solís debe permanecer al frente de su partido pues no se vislumbra a nadie con suficiente capacidad y liderazgo para mantener la cohesión. Y Otto Guevara debe impulsar internamente las reformas necesarias para corregir errores y rescatar aciertos. También debe insistir en una fusión. La democracia bien vale una misa (pero debe tener cuidado de no meter las de andar a la hora de comulgar…).

Artículo publicado en el periódico la Nación, http://www.nacion.com/ln_ee/2010/febrero/16/opinion2269923.html

Comentario:

Este artículo fundamenta la problemática de la estructura política actual, reforzándose con los resultados de las recientes elecciones el pasado 7 de febrero 2010. Debido a que rescata el evidente derrumbamiento del Partido Unidad Social Cristiana, y en su contraparte el surgimiento y fortaleza de algunos nuevos partidos políticos.
Que desde mi perceptiva, tal diversidad es un punto a favor para la sociedad costarricense, pues no solo existe variedad de colores, sino propuestas más interesantes para mejorar los distintos sectores de nuestro país, que a su vez generan mayor competitividad en sus planes de gobierno. Mas sin embargo, me parecen muy buenas las opciones propuestas por don Jorge, como lo es la fusión de partidos minoritarios con los actuales dos partidos de mayor oposición ante el Partido Liberacionista, a saber el Partido Acción Ciudadana (PAC) y el Movimiento Libertario (ML), y de esta manera como lo dice el mismo escritor, actuar con más inteligencia y crear partidos más sólidos para facilitar el rompimiento del monopolio de PLN.