lunes, 3 de mayo de 2010

Los pro y contra de la dolarización plena, según BCCR

La dolarización completa ha sido considerada como posible instrumento para reducir la inflación después de que han fallado varios programas de estabilización ortodoxos puesto que conlleva uno de los más fuertes compromisos; aún cuando serían mayores las restricciones del gobierno, sería más exitoso influir favorablemente sobre las expectativas inflacionarias y reducir la incertidumbre general, dado el costo político de reversar el sistema.

EL propósito principal de la dolarización es eliminar la potestad del banco central de generar dinero de alto poder, con lo cual se espera detener la inflación en sus orígenes. En principio, la inflación de una economía plenamente dolarizada debería converger a la del país cuya moneda adopta.
Se argumenta también que el uso de una moneda foránea obligaría a una mayor disciplina fiscal ya que un gobierno que no puede recurrir al financiamiento inflacionario buscaría fuentes alternativas de recursos más sanas pero más limitadas.

Sin embargo, la dolarización plena puede ser criticada desde varios puntos de vista:

i) nunca habrá una garantía completa de que el sistema no sea reversado en el futuro (en caso de una crisis de liquidez, una guerra o un choque externo grande que induzca al gobierno a imprimir masivamente o a recobrar el uso del tipo de cambio como instrumento de política);
ii) sería ingenuo esperar que la dolarización resulte en una rápida igualación de los precios y de las tasas de interés con el resto del mundo si el problema de la credibilidad no se resuelve;
iii) el argumento tradicional de que gobierno renunciaría a sus ingresos por impuesto inflacionario;
iv) como crítica más importante, que con una dolarización completa, el sistema financiero se vería forzado a operar sin un “prestamista de última instancia”.

Un elemento muy importante a considerar es que, al adoptar una moneda extranjera para estabilizar una alta inflación, el político renuncia a dos beneficios:

i) La capacidad de obtener señoreaje y
ii) La capacidad de devaluar. Aunque muchos economistas argumentan que la pérdida de los ingresos por señoreaje es el argumento principal para mantener la moneda local, el renunciar a una política cambiaria activa podría ser la consideración más importante. Otros mencionan aspectos de soberanía y de orgullo nacional e incluso hay algunos que proponen como motivo para no adoptar la dolarización oficial, las dificultades y los costos políticos inherentes a incumplir el compromiso cuando el país enfrenta choques internos o externos adversos de alguna magnitud y duración, cuyos efectos nocivos pueden ser aliviados, al menos temporalmente, mediante una devaluación.

Y finalmente, según plantean Calvo y Végh (1992), la dolarización plena parece ser sólo una solución parcial y aún contraproducente al problema de la inflación y de la sustitución de la moneda ya que su efectividad requiere en gran medida de la solución simultánea del desequilibrio fiscal fundamental y, aún en ese caso, la dolarización pondría a los bancos en desventaja con respecto a los bancos extranjeros, dado que éstos tienen normalmente el beneficio de contar con un prestamista de última instancia. Más aún, si el gobierno está dispuesto de todas maneras a solucionar el desbalance fiscal, la dolarización plena impondría restricciones innecesarias a la economía, a menos de que se vea como un mecanismo eficaz para imponer disciplina a los gobiernos futuros.