domingo, 21 de marzo de 2010

La intervención del Estado

Dialéctica
Juan Manuel Villasuso
Economista

La intervención del Estado en la economía tiene como propósito no solo compensar por las múltiples fallas de los mercados sino también enfrentar los procesos de concentración del ingreso.
Cuando los mercados operan de manera competitiva, algo que en muy pocas ocasiones sucede en la realidad, es posible optimizar el uso de los recursos y lograr mayor eficiencia en el sistema económico.
No obstante, aun funcionando en condiciones de competencia, la dinámica propia de la oferta y la demanda conduce a la acumulación de la riqueza en pocas manos. Esto se debe a que la propiedad de los factores de producción se encuentra desigualmente repartida entre las personas.
Es por esta razón que resulta indispensable la intervención del Estado para lograr una más equitativa distribución del esfuerzo productivo, que es denuedo compartido entre el capital y el trabajo, de tal manera que garantice niveles de vida decorosos para las familias y facilite una mayor cohesión social.
La aceptación de un modelo de desarrollo basado en la libertad irrestricta de los mercados y la mínima intervención del Estado implica renunciar al uso de los instrumentos de política económica que permiten afectar la distribución del ingreso y la riqueza.
En consecuencia, la democracia, que como régimen político debe tener por finalidad no solo la libertad sino también el bien común, exige que el Estado tenga la opción de intermediar en el accionar de los mercados para cumplir al menos cuatro funciones cardinales:
Distribuir el ingreso y la riqueza. Se puede lograr mediante diferentes mecanismos, pero uno de los más eficaces es la política fiscal. La conformación de un sistema impositivo progresivo cuyo propósito sea una mayor justicia y equidad, así como la planificación del gasto público con el fin de atender tanto las necesidades de la producción como la de los sectores sociales más débiles, constituye una herramienta medular de una política pública democrática.
Garantizar la prestación de servicios universales. Hay servicios que por su importancia y trascendencia representan derechos ciudadanos: la salud, la educación, la seguridad, el medio ambiente, el agua potable y las telecomunicaciones, son algunos de ellos. Esos servicios no pueden ser tratados como mercancías. El Estado tiene la obligación de afanarse por hacer realidad que todos los habitantes tengan acceso a estos para que sus derechos puedan materializarse.
Promoción social. El desarrollo social no puede sustentarse en el asistencialismo ni dejarse al azar o a la buena fortuna. No se generará de manera espontánea. El Estado tiene la responsabilidad de fomentarlo. Debe enfrentar de manera decidida la marginación y la exclusión, combatir la indigencia y apoyar a los grupos desvalidos, es decir, debe hacer efectivo el respeto a la dignidad humana.
Crear ciudadanía. Implica concebir al ciudadano como un ser social y no solo como un actor en el mercado. Conlleva cimentar valores que permitan la convivencia en un marco de respeto, tolerancia y solidaridad. Significa, por una parte, que las personas conozcan sus derechos y tengan la posibilidad de exigir su cumplimiento y, por otra, que sean conscientes de sus deberes como miembros de la comunidad y estén dispuestas a asumir los compromisos que eso supone.
Crear ciudadanía es también abrir espacios de participación a los individuos y a las organizaciones e instaurar mecanismos prácticos de rendición de cuentas y transparencia en la función pública.

Artículo publicado en el periódico La República de Costa Rica el 16/03/2010

¿Cómo afecta el experimento de bandas cambiarias a la salida de divisas del país?

El Banco Central de Costa Rica como creador de la política monetaria de nuestro país, cumple dentro de sus funciones el análisis permanente de los regímenes monetario y cambiario aplicados para el cumplimiento de sus objetivos.

Por lo que la modificación realizada en el régimen cambiario el 17 de octubre del 2006, anunciaba la salida del sistema de mini-devaluaciones hacia un sistema de bandas cambiarias, el cual tiene como objetivo principal implementar el mecanismo de transición primeramente hacia un régimen de flotación administrada (estableciendo un techo y un piso, entre los cuales puede variar el precio de la divisa) y posteriormente la implementación de un régimen monetario basado en metas de inflación, que permita la estabilización de precios en el mediano plazo y de esta manera cumplir el objetivo del ente regulador.

Sin embargo, respondiendo propiamente la pregunta debido a que el “experimento” de bandas cambiarias implica que el tipo de cambio es determinado por la interacción de la oferta y la demanda, siempre y cuando el mismo se encuentre dentro de los límites fijados cabe recalcar, porque si éste tiende a salirse de las bandas, el BCCR debe intervenir. Lo que refleja el primer efecto sobre las salidas de divisas partiendo de que existe un cierto control sobre las exportaciones e importaciones debido al establecimiento de las bandas (intervención de Estado), además las salidas de divisas no pueden excederse por ejemplo ante un aumento de importaciones el tipo de cambio tiende a aumentar por lo que el colón tiende a depreciarse, incidiendo negativamente de forma directa en el mercado de divisas, y consecuentemente en los saldos deficitarios de la cuenta corriente, situación que históricamente Costa Rica ha sufrido tanto por la dependencia internacional como por la falta de competitividad de nuestros factores de producción.

viernes, 19 de marzo de 2010

Jorge Guardia
Abogado-Economista

Noel Ramírez, antiguo profesor del INCAE y expresidente del Banco Central de Nicaragua, decía que los ticos éramos muy modositos, pues todo lo hacíamos despacito, suavecito, con salivita'
Sin duda, nos caracterizaba bien. También, don Eduardo Lizano, asiduo propulsor de reformas económicas en Costa Rica, quien se quejaba, con razón, de la recalcitrante lentitud que exhibimos al tomar decisiones, por el inefable nadadito de perro. ¿Cuánto cuesta arribar a la otra orilla? Yo lo sé por experiencia. Al impulsar la reforma desde el Banco Central topé con la férrea oposición del PLN. Según ellos, se debía introducir gradualmente, con salivita'
El señor Fernando Ferraro, abogado, tiene otra visión. En un ácido comentario intitulado Los insultos de Jorge Guardia, escribió su propio diagnóstico. Sugiere que el votante tico no es como lo pinto yo, sino, más bien, valiente y arriesgado, como Juan Charrasqueado. Bueno, es una opinión. Yo no la comparto, pero, a diferencia suya, sí la respeto. Él dijo textualmente: “debemos insistir en el respeto a las opiniones y acciones ajenas” ¿Por qué, entones, un titular tan ofensivo?
Dejemos la forma y vertamos dos párrafos (los últimos) sobre el fondo del asunto. Yo atribuyo el magro resultado del ML a dos causas fundamentales: la crisis económica mundial (percibida como una crisis del capitalismo) y la reticencia del tico a prohijar cambios radicales al statu quo. La primera hacía –y hará– harto difícil vender una plataforma política tendiente a maximizar el mercado y minimizar el Estado. Si, además, le cuelgan propuestas radicales, como la dolarización y el flat tax, la cosa se pone muy dura (ni con salivita). Hoy sostengo la misma opinión. Y sugiero a sus dirigentes abrazar planteamientos más palatables al sentir de los votantes.
Para el abogado Ferraro, el ML debe proseguir sus esfuerzos radicales pues “siguen siendo propuestas legítimas”. Simplemente, recomienda explicarlas mejor (¡Gracias!). Pero es, sin dudar, el aconsejar de un liberacionista. Dudo de su sinceridad. En otra parte de su pieza confiesa “no encontrar ningún mérito en las actitudes radicales”, lo cual me dice que les está dando una embarcada. Y aquí, precisamente, subyace la divergencia entre los dos. El abogado Ferraro, aunque suene raro, los quiere ver topar con la realidad política de un país conservador. Yo, en cambio, deseo que se pellizquen (en el trasero) para despertar de su sueño radical y propongan cosas más apetecibles al paladar electoral. Sugiero algo más convencional y placentero: llevarla suave, a lo tico, despacito y, sobre todo, con abundante salivita. ¡Es milagrosa!

Artículo publicado en el periódico la Nación el día 08/03/2010.

sábado, 13 de marzo de 2010

Infraestructura de Transportes

Luis Mesalles
Economista

El estado de la infraestructura de transportes del país es lamentable. Debido a la poca inversión que se ha realizado en los últimos 30 años, tenemos un atraso muy importante. Esto nos lleva a una pérdida de competitividad, desde el punto de vista económico, ya que los costos de transporte son muy elevados. El tiempo gastado de más en viajar de un lado a otro, además, implica no solo un costo económico para todos los costarricenses, sino, también, una pérdida enorme de bienestar. Desde el punto de vista social, los atrasos en infraestructura aumentan las diferencias en desarrollo entre las zonas rurales y urbanas. Cuanto más alejado de la capital, mayor es la probabilidad de ser pobre.
El problema surge del hecho de que se ha invertido menos de 1% del PIB anualmente durante los últimos 30 años. Esto equivale a un promedio cercano a $150 millones anuales. Si bien en los últimos dos años la inversión ha sido un poco más alta, es apenas como una gota de agua en una sartén. El ministro de Obras Públicas mencionó, en un reciente seminario de Ecoanálisis, que el país requiere, para mejorar el nivel de competitividad, unos $11.000 millones de inversión en infraestructura en los próximos cinco años. Eso incluye rehabilitación y reconstrucción de carreteras y caminos, nacionales y cantonales, reparación de puentes, nuevas carreteras, tren interurbano y mejoramiento de puertos y aeropuertos. Ojo, eso implica que habría que aumentar 14 veces la inversión que se ha venido haciendo.
Para financiar todas esas necesidades, hay impuestos (combustibles, marchamos y peajes). Pero es apenas $250 millones anuales. O sea, solo cubriría $1 de cada $9 que hay que invertir. Entonces, ¿dónde conseguimos los casi $2.000 millones por año adicionales que hacen falta? Es imposible pensar que lo podemos hacer vía aumento de impuestos. Quitarles el dinero a otras áreas como educación, salud o seguridad tampoco es una opción. La opción de endeudamiento es una posibilidad, pero eso tiene un límite. Pensar que todo se financie con deuda externa, implicaría cuadriplicar el nivel actual. Entonces, ¿qué queda? Concesión de obras. Estamos claros en que este esquema no es apto para todas las inversiones por hacer. Pero también hay que tomar lo bueno del esquema: permite que se hagan obras, rápido y con eficiencia. La operación del puerto de Caldera, que ya lleva tres años y medio concesionado y ha reducido significativamente los costos para los usuarios del puerto, es un ejemplo de éxito. La reciente apertura de la carretera a Caldera, con todas las críticas que se le han hecho, ha ayudado a disminuir costos para quienes tienen que ir a la zona del Pacífico o trasladarse desde ahí. Es especialmente beneficioso para quienes trabajan y viven en esa zona, dándoles la oportunidad de mejorar su calidad de vida.
El estado de la infraestructura de transportes del país es lamentable. Debido a la poca inversión que se ha realizado en los últimos 30 años, tenemos un atraso muy importante. Esto nos lleva a una pérdida de competitividad, desde el punto de vista económico, ya que los costos de transporte son muy elevados.

Artículo publicado en el periódico la Nación el día 26/02/2010